Historias de terror, capítulo IV: La gran calabaza.
Estaba a punto de salir de mi casa. Estirando el brazo para alcanzar con mis manos el picaporte, girarlo, tirar hacia mí la puerta y, poder al fin, salir de mi casa para irme a la fiesta que me había invitado. Pero no, Marcos, el gil de mi hermanastro me tuvo que frenar. GIL. -"¿Adónde vas así, Gabi?". -"A bailar, con amigos. Hoy es Halloween". -"Pero tus viejos me avisaron que me quede para vigilar que no te vayas". -"Bueno, pero no están. Cualquier cosa deciles que estoy durmiendo. Beso." Da un paso agigantado hasta adelantarse a mí, estira su brazo tremendamente marcado y tatuado, pone la mano sobre el picaporte y, con el ceño fruncido, exclama seriamente: "¡NO, vos no te vas a ningún lado! ¿Me escuchaste, carajo?". Carajo. -"Ok, hagamos una cosa. Juguemos a algo: si yo gano, me voy. Si pierdo, me quedo". -"No está bien, porque ya quedé en eso con tus viejos. Pero, si sirve para que no jodas más, me parece just...