Sin querer queriendo.
Llegó Gustavo, el novio de mi hermana a casa. Me lo hizo saber tocándome el timbre. Obviamente, le tuve que abrir al toque al muy rompe bolas este, porque se prendió de allí. Entonces, apreté el botón del portero eléctrico. Entra. Suena la puerta de mi departamento. Cuando voy camino a abrirle, me percato de que estaba en tanga. Alta colgada me sentí. Qué desesperación me agarré. Entonces, fui a abrirle, pero a escondidas de la puerta, todo para que no me vea. Por supuesto que me vio, ya que, cuando debía cerrar, no había chance de que me pueda tapar de alguna forma. Se me ocurrió pedirle que se tape los ojos. Me tuvo pidiéndole eso, media hora, ya que no entendía para qué carajo quería eso. Mientras estoy de camino a mi pieza, el muy rompe promesas, corre uno de los dedos que tapaba sus ojos, permitiéndole ver la imagen que tanto añoraba por evitar. Maldito traidor, pero no puedo culparlo, porque, mi pedido, era bastante peculiar. Como no estaba muy seguro...