El desayuno.
La mañana me despertó bastante alegre, con muchas ganas de escuchar música a full. Entonces, me salgo de mi cómoda camita, prendo el celu, pongo mi setlist favorito... y ¡a bailar como una desquiciada! Ahora sí, encaro de una hacia el celu, pongo mi listado de temas favoritos para poder revolear mis caderas al compás de alguna cancioncilla tan loca como yo. No me importó estar en "pijama". Me levanté igual. En tanto duraran esos temaikenes, me pongo el uniforme del cole, que constaba de una pollera colegiala, roja y negra y una chomba blanca que me quedaba muy pequeña. Casi ni me llegaba más allá de la cintura, se podría decir. Pese a que la pollerita ya estaba demasiado vieja y no me tapaba ni la mitad de la cola, la usaba igual para ir al cole, ya que me daba muchísima suerte, porque, claro, siempre me aprobaban los difíciles exámenes. No sé por qué. Revoleo furiosamente el rosquete de un lado al otro, como una loca, cuando empezó a sonar mi listita preci...