Juegos orales.

Buenas, buenas, mi querida comunidad de leyentes jeropas. Espero estén muy bien. El motivo de nuestra reunión de hoy, se debe a algunas anécdotas sexuales que quería dejar plasmada en mi diario internetero.
Como ya dejé por escrito, hace muchos años, tuve un "chongo fijo" de adolescente (Lucas), en el que nuestra llamarada arrancó cuando él me mostró el pene por MSN en una videollamada.
Por esos tiempos, yo era un pibito muy hormonal que buscaba sacar esas ansias de carne y leche constantemente.
Entre las miles y miles de veces que surgió ese contacto carnal, recuerdo algunas en las que, para ponerle algo de picante, inventábamos formas distintas para explorar y no perder la pasión.
Una de las tantas, fue apostar el polvo. Nos poníamos a jugar al PES (era suyo, desgraciadamente, yo no tuve nunca PlayStation... y, como no tenía, se aprovechaba para ganar).
Obviamente, al no tener forma de practicar, me ganaba 8 a 0 y hasta 14 a 2 -maso-. Me hacía la cola de la forma mas humillante (aunque debo admitir que, a veces, me dejaba ganar). Hasta, algunos goles, entraban solo por un bug ocurrido 🤣 ¡alta estafa!
Una de esas oportunidades, aprovechó la soledad en la que nos encontrábamos en su casa para hacer de las suyas (aclaración: estábamos sólos, porque sus papás se habían ido de vacas y su hermana ya se había independizado).
Contexto: yo, en tanga, remera larga, boca abajo mirando la tele. Hacía un re calor. Venía de comprar algo para comer. Deja el morfi en la mesa. Se saca las zapas, las medias, el lompa y, quedando en remera y bóxer, se dirige hacia su habitación, la cual, yo me encontraba en la susodicha pose.
Me pregunta si estaba todo bien, que ya había hecho las compras. A lo que le contesto que sí, que estaba todo tranqui. Con calor nomás. Acerca su pija (sin sacarse el bóxer) y lo pone pegadita a mi cara, pero sin querer provocar, solo para ver lo que veo en la tele.
Desde mi perspectiva, lo veía desde abajo con ese pedazo tan rico cerca de mí.
Apaga la tele, pone la play y me dice: juguemos al PES. Si yo gano, me comés la verga. Si vos ganás, no sé. Decime vos.
Me pongo a pensar, y al toque contesto: si yo gano, te vas a bañar que estás re transpirado. Como haciéndome el dificil. Sabía que eso nunca iba a pasar y, encima, soy de madera terciada jugando como ya dije, asi que... acepté.
La cosa es que, íbamos 3 a 0. Empiezo a sentir una mano que me levanta la remera, me toca una nalga y busca introducirse en mi hoyito. A lo que empieza a distraerme. Maravillosa jugada.
"Tramposo", le tiré. Soltame. Ganá limpiamente, malo. Aceptó el reto.
Finaliza el primer tiempo con el mismo resultado anteriormente mencionado. Me levanto, le digo que voy al baño (era mentira), me dirijo a la cocina a buscar mi propia trampa: una banana. Me la escondo dentro de la remera. Vuelvo a la pieza.
Comienza el 2do tiempo. Lo miro. Le hago ojitos. Me empiezo a chupar el dedo. Saco la banana, la pelo y simulo que es su pija hermosa. Sus ojitos se dirigen a mí, a la vez que intenta centrarse en la pantalla. Se notaba que quería y necesitaba ese pete con locura. Llegó mi primer gol.
Saca del medio. Vuelvo a recurrir a mi viejo truco. Otra vez se distrae y pierde la pelota. 2 gol.
El marcador: 3 a 2. La tensión se sentía. Sus manos no podían distraerme porque requeriría perder el control, ya que yo, había mejorado mi técnica... no sé cómo. Justo que quería perder, vengo a mejorar ja ja ja ¡suerte puta!
5 minutos para terminar y él no se rendía. Me implora que no le empate. ¡Quería ya, ya, ya que le saque la lechita con la boca!
Segundos para terminar, larga frustrado el joystick diciendo: andá a cagar, quiero mi pete. Pela la pija, me la pasa por los labios para tentarme y, de paso, ganar... o, al menos, no perder. Primero, la pasa por mi labio de arriba. De adelante hacia atrás. Después los de abajo (sí, tenía la boca abierta). La frota despacito para tentarme y terminar distrayéndome. Su glande golpeaba contra mi cachete (la parte interna). La apoya en mi lengua. Me agarra la cabeza y me la sacude para que entre en razón. Increíblemente, mi mente estaba mas fijada en empatarle que en su pene. O sea, tenía una de las cosas que mas me gusta hacer en la vida y no reaccionaba. Él, ni lerdo, ni perezoso, arremete hasta lo profundo de mi garganta. Hasta sentir mi campanita con su glande. Le ganó la calentura.
Yo no paraba de mirar el monitor para tratar de hacerle el gol. Hasta no hacérselo, no lo iba a petear. Así fue. Llegó el gol y la hora del placer arrancó.
Mi mirada se dirigió hacia él. Me pongo de coté. Lo veo que su vista se va hacia otro lado. Me paso suavemente el control por mis caderas, mi cintura y, finalmente, mis nalgas dejando, a simple vista, que estaba con la tanguita roja que tanto le gustaba. Me pongo boca abajo nuevamente y quedo frente a frente con el pelado con polera. Alcanzo a divisar que no paraba de mojarse. Estaba con su líquido preseminal en la puntita. Su glande estaba deseoso pidiéndome a gritos mi lengua. Sus huevos largos y gordos también. Sus manos, primero, se dirigen hacia su verga para subir y bajar a lo largo de su tronco duro. Sus venas comenzaban a asomarse. Su cabeza húmeda, se ponía mas y mas colorada. Su mano izquierda, otra vez, se apoya en mi nalga derecha. La acaricia un buen ratito. La lleva hasta mi hoyito. Comienza a jugar ahí. Un dedito travieso me lo rodea hasta que, de un escupitajo que le da, se termina introduciendo, provocándome un gemido involuntario que me salió del alma. Su mano derecha la saca de su pene para apoyarla en mi nuca y dirigir ritmicamente los movimientos que lo llevarán a un éxtasis orgásmico.
Sus ojos, por momentos, bajaban para buscar encontrarse con los míos. Cuando eso ocurría, sus gemidos aumentaban, provocando que su cabeza (de arriba) se levante, demostrándome el goce que sentía. Mis ojos solían cerrarse para volar hacia un lugar repleto de placer... y de vergas.
Mis labios abrazaban todo el tronco de su pija para terminar llevándolo hacia su cabezota que, cada vez, mientras mas pasaba el tiempo, mas caliente la sentía.
Mi lengua se enredaba y acariciaba su glande todo alrededor, su tronco y su base. De principio a fin. De arriba a abajo. De derecha a izquierda hasta dirigirse, al fin, a sus huevos hermosos. Lo estimulaba lamiéndolos y estirándolos. Metiéndolos en mi boca y volvía a estirarlos.
Sin avisar, su pene todo duro no aguanta mas para empezar a derramar de manera abrupta y desmesurada todo un río de semen espeso y caliente. Mmmm... casi que me ahoga de tanta que salió. Fue como un disparo que lo sentí. Un golpe y a su vez, una caricia que me dice lo excelente de mi performance oral. Lo mucho que voy empeorando en el juego, pero de lo bastante que mejoré jugando con su joystick de carne.
Me mira. Me suelta la nuca. Su pija menos dura, pero igual de hermosa. Mi cara de placer y su cara de placer. Nos miramos. Mi boca chorreando su jugo por la comisura. Me limpia con un dedo. Se lo chupo como si fuera su vergota. Me pide que abra la boca. Le demuestro que en verdad me la tragué toda y estoy satisfecha.
Miradas cómplices del delito que no es delito, pero que nos une silenciosamente en este juego lujurioso.
La tensión sexual va bajando cada vez mas, para darle lugar al... ¿amor? Practicamente, convivíamos.
Me besa tiernamente y va a bañarse.
Después de eso, nos vamos a comer (comida).
Es increíble cómo, ciertas personas, pueden provocar lo mas animal de uno/a y ser tan tiernos a la vez. Fue una hermosa época a su lado. Espero volver a encontrar a alguien que me saque esos dos costados.



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