Jim Cogison.
Fue una de las tantas veces que pasábamos con unos amigos la noche y la madrugada, en un boliche de Rock llamado Mvseo Rock (valga la redundancia), localizado en el barrio porteño de Liniers.
Todo transcurría lo más normal, hasta que un pibe con la remera de Jim Morrison (cantante de The Doors), empieza a gritarle a otro pibe. No entendíamos nada con el grupo con el que había ido. Los separan y todo sigue igual.
A las horas (o minutos), me lo cruzo, al muchacho de la remera de Jim, en el baño. Le pregunto por lo sucedido, porque ya habíamos pegado buena onda anteriormente, y me comenta que uno que estaba borracho le había tocado el culo.
Mi respuesta fue una risa suave, como aligerando el tema, le comento que me lo habían tocado banda de veces ahí. Es re normal eso. Tomalo como un halago. Me contesta con una negativa, diciéndome que capaz a mí me gusta, a él no. No es de ese palo. No lo había visto de esa forma. Claramente, tenía razón.
Bueno, pero calmate, no es para que lo cagues a piñas. Como mucho, alejalo y listo, le comenté. Estaba re furioso, ni me escuchó.
Al salir del baño, me puse a buscar al toca-culos. Cuando lo encontré, pude ver lo ebrio que estaba. No estaba taaaan en pedo. Zafaba. Así que... me le arrimé. Me hice el que bailaba. Aproveché la poca luz que nos iluminaba, y... ahí estaba. Sentí una mano enorme posándose en mi glúteo derecho.
Me di vuelta, con una mano en la boca, haciéndome el sorprendido. Los amigos me miraron como diciendo "uh, bardo de nuevo". Pero no, le agarré el vaso con fernet que tenía una forma tubular, como la de un cilindro, y simulé hacerle una paja. Me lo llevo a la boca, lo apoyo en los labios y bebo un sorbo. Nada rico, era puro hielo ya.
Gracias por dejarme chupar de tu vaso, le comento al oído. Cuando me paro, lo veo hacerme gesto de travieso, de que le había gustado. Me doy vuelta para bailar y siento otra nalgada pero, esta vez, más fuerte. Sin las dudas que rondaban anteriormente. Me hago el que me resbalo, y caigo de ojete sobre sus partes nobles. Despacio, obvio...
Al ponernos de pie, le rozo el pingo de una forma mas pornográfica con mis partes traseras. Se hace el que va a bailar conmigo un rocanrol. Cada vez que nos enroscábamos en uno de los pasos, le sentía el pedazo. Estoy al re palo, bebé, me dice al oído. Le digo, bueno, lo hubieras pensado antes de hacer enojar a mi amigo Jim (el pibe al que tocó antes). Me voy, dejándolo caliente. Pobrecito.
A lo lejos, desde la barra me llama Jim, lo había observado todo. Se cagaba de risa. "Nah, lo dejaste con la pija dura?" Me pregunta. Sí, le contesto, se lo merecía por joderte. Chocamos los 5 en son de festejo. Estaba lejos el otro pibe. Me compró un fernet. Le agradecí. Charlamos. Nos reímos mucho. Nos pasamos los números. Nos fuimos a nuestras respectivas mesas. Brindamos de lejos.
Al rato, cae el "borracho" a nuestra mesa, a pedir disculpas por las molestias. Le digo que no es nada, que ya estaba todo bien. Me pide para una pieza más... jajaja re antiguo. No era viejo, pero, al menos, tenía una década más que yo. Acepto. Otra vez, los pasos prohibidos, se estaban por manifestar.
Por alguna razón, el tacto, comenzó a subir la temperatura. Era inevitable. Hasta que pusieron "Wild horses" de los Stones, una balada preciosa. Como ya me había cansado, me apoyé contra la silla detrás mío y descuidé mis posaderas. Aprovechó el bolazo y, mientras sonaba, me hizo sentir todo el muñeco. Estaba realmente feliz.
¿Y todavía querés más? Le pregunto, en alusión a una canción de los gardelitos, una de mis bandas favoritas. Obvio, mi Korneta Suárez es insaciable, retrucó evocando al nombre del cantante de la banda anteriormente dicha.
Encima, no fue una apoyada así nomás, no, no, lo metió entre mis dos nalgas. Se la sentí toda adentro. Si no fuera por el bendito joggin, practicamente, me hubiera culeado ahí nomás. Era la primera vez que un pedazo de algodón me aleja de un pedazo de carne, y no uno de látex. En fin, para gustos, disgustos, querido lector.
Yo no daba mas del calor y del hartazgo del clavo este que se puso re goma. Así que... lo invité a sentarse con nosotros. Como no había más sillas, me siento encima suyo. Al estar "aburrido" yo (bah.. la estaba pasando súper, pero como tenía un hombre debajo de mis muslos, quería hacerlo sufrir), y me pongo a hacerle caballito. Juego, el cual, consta de hacer brinquitos sobre la pierna emulando el trote de un caballo.
Como casi nadie lo notó, y estábamos al lado de una columna en la parte más oscura del boliche, me bajo un toque el pantalón para mostrarle la tanguita que tenía. Se puso más goma todavía, me decía millones de cosas al oído, me quería llevar al baño. Ni en pedo, le digo, es una mugre ese lugar. Ya no tenía tantas ganas, sinceramente. Tras su insistencia y mi negativa, se decide a ir.
Cuando vuelve, tiene un vaso de fernet en la mano. Se lo nota mas tranqui. Me lo ofrece. Pude distinguir un saborcito raro, pero familiar en ese trago. Me contesta que es uno nuevo que acaba de inventar. Se llama "Ferneche", fernet con mi leche. Se entró a cagar de risa, como diciendo que me hizo altísima joda.
Lo cierto fue que saqué la pajita, lo limpié con la lengua y me lo mandé haciendo fondo blanco. Tiro un "aaaaaah" larguísimo y placentero. Estaba muy delicioso, casi que le pido más, pero se iba a poner re intenso de nuevo. Así que... me limité solo a felicitarlo por su ingenio.
Ni bien se fue, se lo conté a mi nuevo amigo Jim. Se cagó de risa, casi que ni lo cree, pero así de bizarras suelen ser mis desventuras.
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