Sentate en el pelado.

 En las épocas en las que me "ocupaba" de mi cuerpo en mi tiempo libre, salía a trotar. En plena madrugada, me ponía una calza (leggins) y me iba a la plaza Arenales. Allí, conocí a un pelado (calvo) precioso al que me cruzaba en cierta cantidad de tiempo. Era casi tan precioso, como el de Brazzers. Así de bello. Fue un flechazo instantáneo entre mis nalgas. Nuestras miradas se seguían.

En cada vuelta que nos topábamos mis ojos se dirigían a dos lugares: sus carita preciosa y el bulto que se dejaba ver con esos shorts deportivos que se calzaba. Con el movimiento, se iba para todos lados, como si no tuviera ropa interior que la sujetara.

El tema entre nosotros, era que lo hacíamos entre la 12 y la 1 de la mañana, cuando casi no había gente por ahí trotando, molestando, estorbando el paso. Éramos los dos únicos loquitos que lo hacían (con excepción del grupito de pibes que se iban a jugar a la pelota por ahí, o los que estaban escabiando un rato porque no tenían tanta plata o, simplemente, les gustaba). No me sentía tan antisocial con su compañía, o, por lo menos, no el único anti.

Entre todas las ojeadas que le pegué, se pudo dar cuenta de que lo hacía. Habrá pensado que soy la pasiva mas mirona de todas, pero juro que intenté no ser tan obvio. Era todo inconsciente. Me di la vuelta para mirarle su enorme espaldota y, ligeramente, él, hace lo mismo. Tenía forma de una copa enorme, pero, en vez de ser de cristal, era de una masa muscular firme y esbelta. Bien trabajada.

Mi vergüenza se dio porque yo no tenía ese ímpetu. Lo mío, era trabajar mis piernas para abajo; caminando y trotando del trabajo a mi casa. Pero bueno... por su cara, no se vio ni asqueado por yo mirarlo, ni por lo que miró de mí. Cuando se dio cuenta que lo hacía, levantó sus ojos, hacia los míos, guiñó y me sonrió cancheramente. Los tenía verdes.

Tras una hora de "ejercicios", me senté a descansar. Pasó por al lado mío como dos veces, y cada vez que lo hacía, era ver ese porongón saltando por dentro del short como un loco. Me era inevitable ficharle el bulto. No podía creer todo lo que tenía ahí guardado. Quería irrefrenablemente tirarme encima suyo para desnudarlo. Arrancarle con la boca ese pantaloncito diminuto. 

En la última y segunda vuelta que hizo, me recordó que debía elongar. Me invitó a que lo hagamos juntos. Como era profe de ed. Física, tenía mucho conocimiento sobre cómo debía ejecutarlos adecuadamente, y hasta me dio indicativos de unos que no conocía.

Me inhibía que, a pesar del frío, esté semi en pelotas. Por donde lo mire era sexy. Seguro que, si le miraba los talones, también me calentaban. Estaba que ardía mal. Seguramente a él también le gustaba cómo me quedaban las calzas, por algo me arrimaba mucho el pedazo cuando levantaba las piernas para estirar los músculos. Por eso me tocaba mucho por detrás. Sí, porque, a pesar de los 10 grados que podría hacer, nuestra sangre era puro fuego.

De tantos movimientos bruscos que hice, mi hilito dental colorado que tenía bien colado entre mis nalgas, empezó a hacerse notar por entre los costados de la calza. Probablemente, él ya se había percatado de ello.

La calentura que emanábamos del interior de nuestro cuerpo, impidió que muriéramos de frío, porque, a pesar de la baja temperatura, se despojó completamente de su remera. Si bien ya estaba empapada en sudoración, era lo único que abrigaba su trabajadísimo torso. Era una lástima que mis ojos no hayan podido tener la oportunidad de deleitarse con tamaño paisaje, ya que, me encontraba de espaldas completamente ante él. Solo me pude dar cuenta, cuando la arrojó al respaldo de una banca en la que me senté antes.

Mi gesto, fija, era de sorpresa. No me esperaba que hiciera eso sabiendo lo fresca que estaba la madrugada. Le sugiero que se la vuelva a poner porque se va a engripar. Me susurró al oído, como quien no quiere la cosa, que a mí me la quiere poner. Al hacerme el boludo para que me lo repita, pero esta vez en voz alta, me cambia las palabras y las reformula, pidiéndome, entre risas, que siga elongando y no me distraiga.

Cuando, al fin, dejó de respirarme en la nuca para seguir trotando, pude contemplar en su máximo esplendor todo su torso desnudo. Marcado. Sudado. Brillante bajo la luz tenue de la luna. Y, como si se tratara del plato mas suculento jamás servido en la historia de la humanidad, relamí mis labios al automaticamente tenerlo frente a mi vista.

Esos brazos venosos me hicieron cerrar los ojos inconscientemente, para poder fantasear que me agarraba bien fuerte, mientras me daba masa por la colita. 

Debo haber puesto cara de pajera, porque se rió, me dio una nalgada y se fue. No sin antes pedirme que siga elongando, ¡Cómo se hacía desear ese guachín, por Dios! Qué pajera me puse. Sentí una vergüenza extrema al pensar que podría haberse rescatado de lo boluda que me puse. Continué estirando mis músculos.

Él, en ese interín, dio dos vueltas mas. Cada vez que nos topábamos, me vigilaba para ver que hiciera lo que me aconsejó, como si se tratara de mi personal trainer. Lo que nunca se esperó, fue que me pusiera en modo putita y, a la segunda, cuando pasó, me bajé la calcita hasta la puertita de mi colita para que la viera de par en par.

Ahí me tenía, a su merced, buscando su atención, su calor, su todo. Por encima de mis hombros, unas pupilas andaban tras los suyos. Eran los míos. Esperaba que mi presa cayera en la trampa. Así fue. No podía quitarlos de mis glúteos. Se babeaba. Me siguió unos metros, hasta agarrarme con todas sus fuerzas. 

Yo ya no tenía control sobre mis piernas, las llevaba él. Si miraba sus brazos, sus músculos se divisaban en su totalidad. Era yo, ahora, su presa. Los roles se cambiaron. Ya no soy la trampa, soy presa de un animal lujuriosamente salvaje. Uno que exigía satisfacción. La perdición de una pobre víctima que, ahora, es victimario.

Como no existían cámaras en las plazas por aquellos días y la policía jamás fue idónea para ese puesto, nuestros únicos obstáculos, era la gente que allí se hallaba jugando. Pero, si lo hacíamos de forma cautelosa, todo podría salir bien para nosotros.

Me guió hasta el pie de un árbol que hacía demasiada sombra. Era gordo y enorme, con una curvatura que, levemente, se erguía majestuosamente hacia arriba (no estoy describiendo al árbol, eh? No, ya no).

Cuando eligió el lugar para la chanchada, me arrinconó. Me seguía abrazando por detrás. Solo que, esta vez, también me toqueteaba con mas efusividad. Sus manos gigantes recorrieron cada centímetro de mi ser (por supuestísimo que obvió mis genitales, pues... era 100% activo, como a mí me gustan).

Se concentró mas en puertearme la colita con la punta del pingo, a pesar de que, aún, poseía sus pantalones puestos y yo, mi hilito. Creo que, si seguía así, iba a llenar de esperma su prenda deportiva. Sería una pena, por lo sexies que le quedaban.

Tras una buena tanda de besos en el cuello para enloquecerme, aprovecha que ya tenía los leggins bajos para bajarse los suyos. Su miembro hace un efecto trampolín cuando da su glande con el elástico. Lo sé, porque sentí cómo vibró en las cavidades de mi culito. Me dio un pijazo tan rico, que elevó mi temperatura a 200 grados.

Se escupió la punta de la chota, desatamos mi hilito y empezó a arremeter contra mi agujerito. Estiré los brazos contra el árbol, paré mi culito y permití que me la envaine toda. Gemimos juntos, al unísono, con extremo placer. Me ponía mas hot escuchar su respiración pegada a mi oreja, que la garchada hermosa en sí, que me estaba pegando.

En ciertos momentos, dejaba de serrucharme el ojete para dejarla unos segundos dentro mío. Esto, casi hace que nos descubran los que andaban por ahí. Porque me hacía gritar fuerte. Me sujetó del cuello y luego trepó a mi boca, para que me calle. Lo logró. Obvio, todo fue con una mano, porque a la otra, la tenía dándome nalgadas. Cómo amaba darles con la palma bien abierta. Yo, he de admitir, que también eran mi pasión.

Al hartarse de esa posición, me llevó a intentar otra. Se arrojó al piso conmigo y todo, para seguir haciéndome el orto. Como caímos sobre su espalda, medio que me soltó, pero, sin darme ni un segundo de respiro, me volvió a agarrar para ponernos de costado. Volvió a humedecer la puntita, separó mis piernas para abrir mi huequito y volvió a la carga contra mi anito.

Sinceramente, esta es mi pose favorita (por si no lo sabían). Me encanta cómo me permite sentirla toda, sobre todo, una pija como la suya: doblada para arriba. Me seguía vergueando como el mejor. Se notaba que entrenaba.

Me pedía que subiera la patita porque, si la bajaba, lo angosto de mi upite lo haría acabar en seguida. Esto me dio un motivo mas para no obedecerlo y, cada tanto, cerraba. Como vio esta actitud mía, pidió que cambiemos, asi que... se sentó en el césped, extendió las piernas, se agarró el pingo y esperó a que me siente encima para darle de sentones.

"Ufa", pensé. Yo quería ponerlo loquito con la otra, pero bueh... abrí las piernas de nuevo, pero ahora de pie, de espaldas a él, y me puse de cuclillas, para terminar de rodillas enterrándome el turrón de carne en la cola. Si me ponía con la espalda derecha, en paralelo a él, se sentía mejor que cuando me torcía. Mis culazos lo hacían ver las estrellas. Quería rápido. Le encantaba rápido. Se la estaba por desgarrar, pero él, chocho. No le importaba. Hasta que, por fin, penetró de tal forma, que me estimuló la próstata de forma bestial. Eyaculé sobre mi pancita, un poco, sobre el césped el resto. A él le quedaban un par de ortazos mas. 

Hasta que llegó el momento de que se escurra muy, pero que muy dentro mío. Fue estremecedor sentir ese disparo de leche suceder. Fue la forma mas sincera de decírmelo sin emitir palabra alguna de lo rico que fue ese encuentro. No pude sentir mentira alguna en su accionar. Caímos rendidos. Le había exprimido todo el jugo a su limón.

Casi que se queda mumido, poreshito. Le daba fiaca levantarse. Se pone de pie, se sube el pantalón (porque sí, no tenía calzones, recién me daba cuenta), me ayuda a atarme el hilo, a ponerme la calza y seguimos camino al trote. Nuestras sonrisas dibujadas nos delataban. Algo había ocurrido ahí y nadie debía saberlo.



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