Al rojo me lo cojo.

 Eli y yo nos encontrábamos en su casa. Estábamos planeando unas vacaciones juntas. Se suponía que ultimaríamos detalles en aquella reunión, pero... algo la distraía por Whatsapp a Eli.

 Se trataba del chongo que no paraba de decirle que lo esperara lista para ser penetrada por el caballo loco que era él. Estaba con unas ganas que no había tenido en su vida más o menos.

 El problema surgió cuando esta tonta, le dijo que lo esperaría con un vestido rojo hermoso que, según tengo entendido, al chaboncito le pondría la pija como una roca. Y creo que no mintió al decir esto.

 Lo que no aclaré, es que yo quería que me prestara ropita para salir esa noche, pasa que tenía todo sin secar y la necesitaba de urgencia, sino, me quedaría encerrada en mi casa y no daba para nada.

 Este logi me manda arriba para que me ponga lo que quiera, que no tenía drama alguno en que le usara lo que quiera. Que me prestaba su precioso armario lleno de cosas hermosas.

 Mientras yo me voy a la pieza para buscar aquel tesoro apreciado, Eli se va a atender una llamada al patio y, al mismo tiempo, sin que nos diéramos cuenta, entra el chongo. ¡CHAN, qué mal timing!

 Como el susodicho no encuentra a nadie, se dirige directamente a la pieza, lugar donde se suponía encontraría a su amante lista para una buena sacudida, ya que, el muchachito, estaría algo inquieto.

 En tanto, en la pieza, estaba yo probándome aquel vestido divino (sí, el mismo que le prometió que Eli usaría para agasajarlo libidinosamente). Nunca me percaté de aquella trampa en la que caí.

 Una vez vestida como una perra, me tiré a la cama con la cola bien para arriba a scrollear en mi celular, sin imaginar lo que estaría por sucederme. El milagro más inesperado de todos.

 Sí, estaba casi en cuatro patas, recostada sobre la cama, sin tanga, como si supiera lo que iba a pasar en cualquier momento. Como esperando, a la expectativa de que me cayera un chongo del cielo, o no sé.

 El flaco, al ver un culo abierto sobre su cama, con el vestido favorito de su amante, solo atina a agarrarlo y manosearlo como un sucio pajero de mierda. Como si deseara tirarse de cabeza dentro mío.

 Encima, poco después de ocuparse de dejar impregnada sus huellas dactilares, procedió a darle unos ricos chirlos bien duros. Salvajes. Qué hermoso hombre, me mojé entera de inmediato.

 Los besitos y las mordidas no tardaron en llegar. Sí, como si estuviera enamorado de mi culito, empezó a comérmelo casi que literalmente. Es que, posta, un poco más y se mete en mi culo.

 Yo, por mi parte, en lugar de presuponer que podría ser el chico con el que está garchando mi amiga, le sigo el juego y me dejó hacer el orto con su rica lengua. Es que, me pudo demasiado. Perdón.

 Ahora sí, por fin, se pone de pie para escupirse la pija y embadurnarla completamente para poder embestirme la colita con ella. Se podría decir que estábamos a nada de proceder a empezar la joda.

 Qué exquisita se sentía esa verga adentrándose en mi culazo. No lo podía creer, no quería que pare. Encima me hacía sonar las nalgas con su pelvis cada vez más fuerte.

 Al poco rato que me está culeando, se escucha la voz del ortiba este que nos hizo parar el polvo que venía tan bien encaminado. Lo puteé por dentro en todos los idiomas, de la bronca.

 En cuanto le sintió la voz, apartó su pija de mi hoyito y yo tuve que sentarme en la cama, porque, ¡claro!, no podía quedarme en cuatro mientras nos señalaba de traidores y a mí de puta.

 Por Dios, qué tentación tenerlo al chabón a unos pocos metros de mi boca con la pija re dura. No podía dejar de pispearla. Tanto así, que me cagó a pedos mi amiga. Mal ahí, quería mirársela, era hipnótica. 

Para colmo, tenía los pantalones por las rodillas. Era una escena realmente bizarra. Como si esto fuera poco, notarlo tan apichonado, casi contra la pared pidiéndome disculpas, me dio ternurita.

 El chabón tratando de justificarse porque confundió su culo con el mío, era muy gracioso también. Fue una mezcla de sensaciones que transcurrieron en unos pocos minutos que le duró la bronca, por suerte.

 Lo peor, era que, mientras hablábamos, no se le desinflamaba más la pija. La tenía como si toda la situación no le hubiera hecho efecto alguno. Por el contrario, lo hubiera excitado mucho más ahora.

 Después de no encontrar alguna explicación coherente por parte de ambos, Eli, cedió. Se dio cuenta de que era al pedo, de que nunca encontraría nada válido que saliera de nuestras bocas. Pero bueh...

 Como tampoco tenía sentimientos profundos por el pibe y tenía una verga irresistible, se dio por vencida para terminar aceptando un lindo trío que le propusimos entre los dos.

 Empezamos él y yo, chapando. Dándonos un rico beso de lengua, bien salvaje. Uno que nos permitió comernos profundamente. No podía creer la delicia de beso que daba el hijo de mil este.

 Nos sentamos en la cama para seguir con lo nuestro, estábamos casi entregadas a esta libidinosa situación que se nos presentaba ante nuestros incrédulos ojos.

 Más tarde, se unió el guachín este. Una tercera lengua invadió el terreno, se sintió más excitante. Claro está que, solo se acercó para que lo toquemos mejor... y eso hicimos.

 Fue Eli quien se arrimó a comer de esa banana de carne primera. Se lo cedí, ya que se lo debía por haberme portado tan mal. Era lo mínimo que podía hacer, aunque ya me estaba babeando con eso.

 Aprovechamos ese momento para comernos la boca con su chongazo. Él también besaba bien rico. Era casi irresistible rozar los labios con los de ese hombre. Cada vez quería mucho más.

 Qué excitante era verla cabecearle el pupo a ese hombre. Me calentaba mal tenerlos así. Es que se veía que se devoraba un pepino completo de veinte centímetros. Una locura.

 Ahora, cambiamos. Eran ellos los que se pusieron a chapar y hasta a ser desnudados. Él, le quitó la ropa cual degenerado hasta dejarlo con el culito mofletón de Eli hasta dejarlo al aire.

 En tanto yo, era quien se encargaba de darle placer oralmente. Se la torcí un poco, debido al poco espacio que había entre ellos dos. Tuve que ingeniármelas para poder comer de ese rico fruto.

 Arranqué golpeteándome la lengua con ella. Le daba con el tronco bien duro para que me "latiguee" en la lengua. Eso, hacía que me salpicase un poco de ese líquido pre seminal que empezaba a brotar.

 Continué peteando metiéndomela toda en la boca. Deslizaba mis labios a lo largo del tronco venoso del muchacho hasta que no me entrase más... mentira, en realidad, sí podía hacerla entrar más.

 El chaboncito se habrá cansado, porque, en seguida, nos invitó a la cama. Se puso boca arriba, esperando a que nosotras las dos le diéramos amor con la boca, en cuatro, teniendo la colita parada.

 Ahí estábamos, teníamos su pija maravillosa, estirada sobre su pancita, dispuesta a ser mamada por dos lenguas juguetonas. A ser la pista de aterrizaje de dos lenguas de fuego que querían saborearlo todo.

 Besitos por aquí, besitos por allá. Lengüetazos por el tronco, lengüetazos por el glande. Subíamos y bajábamos a lo largo de su chota. Éramos dos máquinas de generarle el máximo de placer a ese pene.

 Eli, bien viva, bajó a la parte de sus huevos para darle cariñitos. Se los morfaba a full, los estiraba y se los metía en la boca a ambos. Luego a uno de a uno les hacía lo mismo. No paró de disfrutarlos.

 En tanto yo, mis besitos no paraban de lloverle en la chota. Siempre tan amorosa yo. Le pasaba de arriba a abajo como si fuera una brocha gorda pintando una enorme, caliente y hermosa pared.

 Mi amiga se hartó y le agarró la verga al fin. Se la metió como si se tratara de un rico heladito. Sus labios se quedaron bien agarrados de su glande, mientras succionaba sin parar.

 Como yo era la invitada, me propusieron que me quede en cuatro patitas para disfrutar de ese chico. Obvio que acepté, no me opuse en lo más mínimo. Solo quise disfrutar de esa pija hermosa.

 Una vez allí, ambos se fueron para aquel lado. El pibe para darme matraca y Eli para... chuparme las nalgas. Sí, cosa rarísima, pero bueh... le pintó pasarle la lengua a mis carnes. Estaba caliente parece.

 La verdad era que fue para allá para que, cada vez que me la sacaba del culo, ella chupaba de esa sucia pija como una puta loca. Queríamos si o si sustraerle cada gotita sin piedad alguna. Volverlo loco.

 Me hacía aullar como una loba en celo. Necesitaba urgentemente ese chotón atravesándome como si no hubiera un mañana. Ya sea, moviéndome yo o moviéndose él para cogerme.

 Después de un rato largo chupándole la pija, al fin me la devolvió y la volvió a colocar bien adentro fe mi orto. Apuntó derechito y dejó que me la siga metiendo con la misma (o más) pasión que antes.

 Intercambiamos, obvio, ella también quería que ese pedazo le taladrease el ojete como si fuera un vaquero montándose una yegua embravecida. Ambas lo queríamos, así que... no la culpo.

 Ahora, la que aullaba como una trola bien puta, era Eli. Estaba completamente rompiendo esa garganta de tanto gritar como una prostituta. Qué envidia me daba en aquel momento, la quería yo también.

 El pendejo del orto, se la sacó del idem y apuntó hacia mi lado... como señalándome con el dedo mayor. Entonces me acerqué, se la agarré y, al toque, saqué la lengua solo para metérmela toda.

 Le cabeceé el ombligo como nunca. Me la metí toda para darle placer desenfrenadamente. Jugueteaba con la lengua, con mis labios, un buen rato largo hasta que tuve que devolverla (yo no quería).

 Seguía dándole murra, mientras nos dábamos besitos con Eli. Eso lo calentaba una banda al loquito. Tanto así, que se sentía que su pija entraba más rápido en el culito de mi amiguito.

 Otra vez quería pete este insaciable. Entonces el hombrecito me llamó. Le hice caso. Me dirigí a los pies de la cama. Le agarré la chota de nuevo para pajearlo y, finalmente, le di lo que se merecía.

 Cachetazos bien duros recibía su cola hasta dejársela colorada mal, mientras yo le hacía un pete muy rico. Todo para que no se aburra en tanto me mantenía ocupada. Había que hacerle algo, claro.

 Las dos nos pusimos en cuatro y, el reto del tipito, era cogernos como quisiese. Sí, cada dos pijazos que le propinaba a una, se los daba a la otra. Dos pijazos ella, dos pijazos yo... y así estuvo un rato.

 Me probaba el culito a vergazos, luego se iba con ella. En ese interín, extrañaba una banda ese pedazo hermoso, ya lo quería de nuevo bien adentro mío... por Dios, dale, nene.

 Finalmente lo dijo: "vengan, nenas"... se fue a un costado de la cama, del lado de la ventana, para que ambas nos arrodillemos ante él... como si se tratase de un Dios, o algo así (cosa que no puedo negar).

 Obvio que nos babeábamos completamente en cuanto nos dijo eso. Nos fuimos corriendo directamente a donde él quisiese. Si fuera a la luna, hasta allá nos iremos. No había drama alguno. Siempre gauchita.

 Una vez de rodillas, el chabón empezó a pajearse mientras nos veía rogándole por leche como dos pajeras de mierda, hambrientas de carne y sedientas de espermatozoides.

 "¿Nos vas a dar la lechita?", preguntó Elías tontamente, mientras se hacía tremenda paja el loco este. "¿Quieren lechita?", "contestó" el chico. Obvio, chabón, mirá cómo nos tenés. Tarados que son.

 "Bien calentita", susurró el tipo como podía, pero sin dejar de pajearse ni por un instante, como un enfermo desquiciado, cuya vida, se iría al tacho con la escupida que largaría en cualquier momento.

 "¿Tenés mucha para nosotras?", le retrucó Elías a la vez que se manoseaba y se comportaba como una puta golosa que vino del desierto más árido con la sed de todo un regimiento.

 "Sí, ¿en dónde la quieren?", continuó el cuestionario de un pibe, cuya masturbación, parecía ser completamente eterna. No parecía llegar a su fin jamás. O, por lo menos, así era en mi percepción.

 Eli, como la más putarraca de todas las putarracas, contestó con su voz más afeminada: "en la carita, en las tetas"... como si tuviera, pero bueh... quería generarle eso en la mente.

 Ni bien terminó de responder "a ver...", el pibe largó un chorro largo de guasca que fue a dar violentamente contra nuestra delicada piel, justo donde prometió: nuestros rostros y parte del torso".

 El primer chorro que me llegó, fueron unas gotitas, que formaron algo parecido a un círculo. A mi amiguita del alma, también. Fue casi una forma perfecta y similar. Un artista del lechazo el hombre.

 Los que siguieron sí que eran CHORROS, esos fueron a dar más fuertemente contra nuestros cuellos, pechos, boca y parte del mentón. Fue como a una búsqueda genérica de donde dejar su huella.

 Acá no fue tan preciso, fue algo más dispar, pero la intención estuvo, porque apuntó por igual a ambas direcciones. No se le puede criticar para nada lo que hizo, ya que ambas nos bañamos de igual forma.

 "Ay, ta calentita, qué rico", les dije y me abalancé en seguida al cuello de mi compañera, como si fuera una vampiresa sedienta de sangre, pero... en esta oportunidad, era lechita.

 Ya está, ya habíamos cumplido con nuestro deber de hembras putas. Habíamos satisfecho a nuestro macho. No había más que hacer, más que... ¿esperar que el destino nos vuelva a unir? Quizás.

 


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