La hippie que quería japi.

 Todo comenzó un sábado primaveral a la tarde, en el cual, mi amigo, me pidió el favor de que le lleve el hijo a jugar a la pelota en las canchitas de Racing, el club del barrio. Como estaba tan cerca de mi casa, acepté a llevarlo. 

Como habían varios menores implicados, fui lo mas discreta posible; con mis lompas babuchas hippies (o pantalones Bali artesanales). Nada sensual. Bastante casual.

El pequeño, que la pisaba bastante bien, se fue con sus amiguitos a jugar. Mientras yo, desde unas gradas que habían ahí, le echaba porras. Bah... eso hacía hasta que mis ojos se dirigían a los papuchos. Jeje, no podía con mi genio.

En diagonal a mí, se encontraba el mas bello de todos, el papá del arquero contrario. Un flaco alto de barba prominente. Morocho como pocos. De tatuajes, campera de cuero y remera de AC/DC.

Le gritaba a su pibe como si fuera el DT. Yo, lo miraba con deseo, pero también como diciéndole "eu, tranqui, no es para tanto".

El desubicado de mierda no se detenía para dar indicaciones. Se creía Bilardo. 

Su nene, a pesar de lo hincha pelotas que era, se lo veía atajando sin presiones. Bien concentrado.

A su finalización, los dos se fueron corriendo directo a los brazos de una mujer. Asumí que era la madre del que atajó.

 Él nota que mis ojos están posados sobre esa situación. Su rápida reacción lo indujo a llevarse la mano al bulto para agarrársela bien fuerte. Mi expresión debió haber sido una mezcla de "wtf?", y de "uhmmm... zi, ke dico". 

Antes de atravesar la salida, el susodicho, se separa del grupo para dirigirse a otro sitio, el baño, probablemente. A mí me entraron ganas de ir también. Le aviso al petiso, para que quede con los fliares de su amiguito, que eran varios.

Entro al baño solo a lavarme la cara por el calorcito que hacía. Me inclino ante el lavamanos y, de a sorbos, empapo mi rostro.

Entre las gotitas de agua que caían de mis cejas y/o frente, logro divisar una silueta simil a la de mi actual víctima. No alcanzaba a ver su imagen correctamente, hasta que lo vi al lado mío mojándose las manos y el pelo.

Como su pelvis estaba a cms (casi 1 metro, como mucho) de mi cara, pude advertir que tenía una pequeña erección, que no se había cerrado la bragueta y que el pajarito estaba por escaparse de su jaulita.

Le aviso, con la única intención de que se tape, se pone frente a mí, se la acomoda, se le pianta un poquito, agradece y continúa con lo que hacía. Mis ojos, inquietos, se movieron durante todo el lapso que le tomó hacerlo... para disimular, tal vez.

Lo que había visto como una erección, no era mas que un cinto que le hacía bulto, si mal no recuerdo.

Ve que mi reacción no era la de un hétero, sino, que fue una relamida de izquierda a derecha sobre mis labios. Que tampoco le hablaba mirándolo a los ojos, sino, MUCHO mas abajo. 

Pero yo no estaba muy distinto a él, no. Sin darme cuenta, mis lompas se habían deslizado un toque, dejando al aire libre, las tiritas de mi ropita interior. Siento unas manos caer sobre mis pompis, unas caricias, eran las suyas. 

"Vas a morir ahorcada de tan arriba que las tenés", señaló. Le sonreí y le hice entender que no eran las tiritas las que se habían subido, sino, mis lienzos los que se habían bajado. Me pasaba mucho cuando me quedaba mucho tiempo en una pose.

 No paraba de mirarme a los ojos, buscar mi mirada, mi gestualización a la par que sus dedos caminaban por sobre mi piel. Se resbalaban al tacto, justo por encima del cóxis, a milímetros de mi zanjita donde me provocaba una, cada vez mas intensa, electricidad orgásmica.

Siempre altivo, altanero, serio. Desde lo alto, al menos de donde mi periferia me permitía, una leve sonrisa se le marca.

"Ah, sos un hippie trolito vos -exclamó-, ya te sentía un aroma a lactosa en el aliento". En vez de poner cara de enojado, me calentaba pero sexualmente y me ponía de espaldas a él. Era suyo. Me encantaba que, sin saber lo que me generaba eso, me diga guarangadas.

"¿Ya comiste tu dosis de verga hoy, no querés mas?" Eran algunas de sus preguntas. Al no obtener como respuesta palabras, sino, verme ponerme cada vez mas como dándole el culo, continuó con su monólogo de chanchadas.

El tejido de mi pantalón de Bambula, descendieron solitos, me abandonaron, dejando al intemperie, la pálida piel de mis pompas, cuya única tela que permitían ver, era la de mi tanga colorada. Quedó cara a cara, cachete a cachete con ella.

Sus dientes apretaron por doquier. Todo espacio que se denomine "culo" fue apropiado por él. La lengua también, paseaba por cada recoveco, por toda hendidura ya explorada por pijas anteriormente.

Se sabía que estaba excitadísimo, lo podía notar en cada lengüetazo. En cada nalgada que me daba. En cómo se aprovechaba de mí. Ese hombre enérgico quería hacerme suyo definitivamente.

Me abrió las nalgas, corrió el hilo de mi tanga, solo para darle paso a una lengua larga, desprovista del jugo necesario que sacíe la sed aquella que tanto lo atormentaba, y que solo mi culito podía calmar.

Se apretaba a drede la nariz con mis cachetes. Parecía que buscaba asfixiarse. Morir en plena indagación del placer mundano que lo poseía. Nunca vi a alguien estando así por mí.

Cuando terminó de humedecer mis interiores, según él, se puso de pie, se escupió la mano, se embadurnó la verga con bastante saliva y me empezó a serruchar el orto hasta el fondo.

El placer que le causaba lo estrecho de mi ano, lo hizo apoyar su frente contra mi espalda y susurrar algunas cositas que, para mí, pasaron casi desapercibidas. Estábamos envueltos en llamas, solo eso me queda por decir.

Yo, seguí agachado, en la misma pose que tenía al lavarme la cara. Nada mas que, esta vez, tenía un oso en celo arriba mío que no dejaba de darme cada vez mas fuerte.

Aceleró el ritmo, pues, había gente esperándonos fuera. Encima, estábamos al lado de la puerta. Cualquiera podía venir y encontrarnos haciéndolo.

Deseaba que mi agujerito se agrande, para poder hacer que quepa mas de su carne en mí.

Me sostenía de los hombros, pero no como se esperaría en esa posición, no. Sino, que por debajo de los brazos. Aparentemente, eso le daba mas facilidad para bombearme el ojete, sin que su pinga resbale. Pero falló.

Su serpiente de carne, justo antes del último impulso para expulsar su veneno, se resbala de mis interiores y termina eyaculándome en la parte alta de mis nalgas.

Su agitada respiración, resoplaba por encima de mi cabeza, de mi pelo. Era demasiado lungo. Sentía su mentón en mi mollera, hasta que se alejó de mí. Tenía un peso menos sobre mis espaldas.

Me levanté rapidamente, solo para poder mirarle la chota. Estaba en estado de reposo, pero seguía durita.

Cada tanto lo miraba por encima de mi hombro, y si quería ver su amiguito, lo hacía por el espejo. Quería que tenga frente suyo, mi cola. Quería tentarlo.

Si insistía poniéndome mimoso, seguro terminaba en un polvo mas groso. Pero no, preferí tocarme la colita frente a él con un dedito, mientras sacaba su lechazo de mi piel.

No la tenía enorme, pero con sus 19 cms, eran suficientes para hacerme gemir.

Parecía ciego, siempre con la vista a un punto fijo: su porongón. Me dio la impresión de que le encantaba que se la recontra observe, porque tardó una banda en tapársela, hasta que lo hizo. Pude hablarle, al fin, mirándolo a los ojos.

Yo todavía seguía con la colita al aire, pero limpita. Ya me la había tomado toda.

Me acomodé la tanguita, me subí el lompa y encaramos hacia la multitud que, todavía, se agolpaba en el establecimiento. 

Él se queda en la parte de la recepcionista, yo, sigo de largo, justo donde estaban los nuestros, mi "sobrino" postizo mas precisamente. Le hago upa.

En eso que estamos hablando con el petiso, siento que alguien mete algo en mi bolsillo trasero y un par de nalgadas, era él, que se dirige hacia la puerta de su coche, sube, saludan a mi sobri, me guiña, le tiro un beso y se van.

Quedé como una colegiala con la concha húmeda. Enamorada. Pero no podía ni pensar en él, pues, estaba con el niño. Miro el papel. Decía su número de teléfono y su nombre "Claudio". Ahora sí que estaba con unas ganas tremendas de llegar a casa para colarme mis juguetes pensando en él.




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