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Mostrando entradas de noviembre, 2022

Yo, mujer.

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Mmmmmmhhhh... papi, mi mente empieza a volar. Me veo como una morocha tetona de 110 de pechos. 21 añitos. Petisa, 1,58. Boquita de petera. Un culo enorme y paradito, como a vos te gusta. Vos, un negro de 1,90. Cuarentón. Ni muy musculoso, ni flacucho. Lo normal. Pija larga y gorda (22×7). Huevos gordos.  Manos grandes.  Me imagino también que te morís de ganas por chupármelas. Me levantás la blusa, bajás mi corpiño, las dejás al aire. Mis pezones se están poniendo duritos. Esperan a que les pases la lengüita, las frotes con tus labios, las sujetes, juegues con ellas.  Yo, me arrodillo ante vos, te manoseo el bulto. Te pelo la verga, la ponés entre ellas y la apretás bien fuerte con ellas.  Subo y bajo por el tronco de esa poronga gomosa hasta que quede dura como una piedra. Te miro a los ojos como tu puta favorita, mientras el placer se apodera de tu mirada. Te volvés loquito. Tu glande se asoma por entre mis dos globos. Me dispongo a sacar la lengua. Ésta llega a ac...

Cuando la mente viaja.

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 Viajar en bondi o en tren a la hora pico, para cualquier ser mortal, es la peor pesadilla. Para mí, es la oportunidad para encontrar algún incauto que pueda caer en mi red de seducción.  Me estimula el tener que rozarme con desconocidos, y despertarles la libido de manera inesperada. Como la vez que viajé en el 47, y un morocho hermoso, como de 1,90 y pico, de labios bien gruesos y ojos bien negros que, encarando hacia la puerta, pasa por detrás mío. Me agarra la cintura como pidiéndome permiso y yo le muevo la cola hacia atrás para sentirle todo el pedazo. El muchacho, al parecer, le encantó y se quedó un rato mas. Entre bache y bache que el colectivo se va topando a lo largo del viaje, el roce de mi cola con su pene, le va produciendo una leve erección que, a su vez, me va generando una sensación igual de hermosa. Sin embargo, no me quedo solo con estos movimientos vertiginosamente sensuales. No, también mis hormonas me obligan a tener que bajar la mano para sentir mi logro...

La desventaja de mi soledad.

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Buenas noches, tardes o días, dependiendo del horario que lean esto. Hoy, vengo a comentarles algo que anduvo en mi mente por un tiempo. "¿Por qué el título, Gaby? ¿Estás triste?" No va por ahí el asunto. La cosa es la siguiente, me acordé de un montón de anécdotas en las que se me encendió la llamita de la lujuria en lugares que no podía, ni debía. Como por ejemplo, me he sentido muy caliente en una cena con mi chongo y unos invitados, amigos de él, en las que... me tentaba mucho que nos atrapen en esa situación. Me re morboseaba.  O quizás la vez que estaba sólita por una calle, y me dieron ganitas. Me picaba la colita, quería un buen pedazo de carne que me rasque por dentro. Espero me comprendan (yo creo que sí jajaj). La cuestión es que se me mezclaban esa calentura con el morbo de que me vean y quieran de mí. Me pone muy al palo (de hecho, me estoy acordando y me pongo bien PUTA). Así que, paré en una calle solitaria, me empecé a tocar la cola. En una de esas, se me arri...

Festianal.

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 En Caseros, hace ya algunos años, se llevó a cabo un mini festival. En él, pasaron los más que consagrados Auténticos decadentes y Kapanga. Bandas que amo con todo mi corazón.  Esa misma mañana, entonces, me puse una remera negra cortita de Kapanga, un pantalón de bambula (o más conocida como "pantalón hippón") viejo y rotoso que tenía, y desfilé directo para lo de mi amiga.  Allí, conocí a un más que variopinto grupo de personas maravillosas, de las cuales, me enamoré al instante. No conocía a casi nadie de ahí, pero me permití ser extrovertido un rato. Pasarla bien.  Todo transcurrió normal en el trayecto. También en el comienzo del show de las primeras bandas under. Pero, en cierto momento, se nos acerca un muchacho muy copado, interesante a charlarnos un poco. Se trataba de Hugo, un pibe de tez blanca, morocho de pelo, bastante alto, flaquiiiito, ojos negros, parecido a Fido Dido, ¡Ja, ja, ja, ja! Tenía una remera de Zeppelin y un short deportivo de River. ...

El tren bala.

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 Viajar en el San Martín, a la hora pico, por lo general, es sinónimo de viajar como ganado. Lo bueno, es que son solo 3 estaciones. Eso tomaba solo 20 minutos para llegar.  Mi interés en este transporte era porque ya salía tarde y no tenía ganas de tomarme el bondi. Pero no de vago, sino, porque este tardaba demasiados minutos en llegar y, además, daba muchísimas vueltas. Una fiaca.  De por sí, ir a este barrio, era el causal de una gran jaqueca, pero bueh... era el único lugar donde vendían las entradas de la banda que quería ir a ver (sí, toda la molestia por la música).  Entre la pereza y el calor, me resultaba insoportable estar allí. Solo me motivaba el pensar en ese recital. Encima, ningún amigo me pudo acompañar. Estaban todos ocupados. Maldita sea.  Por fin llegó esta mierda. Resignado, me subí y busqué dónde acomodarme. Estaba todo hasta el ojete. Dondequiera que fuera, no había asiento para mí. Y bueh... me tuve que quedar por ahí.  A la siguient...

El grouppie del plomo (primera gira).

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 Contexto: esto ocurrió en cierto año de mi vida. Probablemente, poco antes de mis 25 años. Salida con un amigo llamado Javier, al recital de una banda conocida suya. Llego al sitio donde se hacía el reci, y encuentro en la puerta a Javi. Justo estaba fumándose un pucho y viendo si aparecía. Entramos. El lugar era una panchería delante, y, en el fondo, tenía una especie de barcito con escenario y todo. Traspasamos un pasillo. Ahí estaba todo el jolgorio. Nos pedimos unas frescas para disponernos a hablar (pésimo lugar elegimos, no se oía nada). Comenzó a sonar un cover de Nirvana, el cual, me encantaba. Me acerco a adelante de todo, a hacer pogo con unos pibes. Sonaba increíble. Éramos, como mucho, cinco gatos locos. Entre los movimientos corpóreos, las idas y venidas, comienzo a sentir un manotón en uno de mis glúteos. Traté de ignorarlo. A los minutos, siento otro (pero, esta vez, fue mas en forma de caricia). Giro mi cabeza para pedirle que pare. Ahí estaba, un morocho metalero ...