Entradas

Mostrando entradas de marzo, 2023

El Rengo (Parte I).

Imagen
 En el 2013, una de mis bandas favoritas (La Renga), tocó en Cosquín, Córdoba. Obviamente, no me lo podía perder. Debía ir, aunque tenga que donar mis órganos.  El primer conflicto, se dio cuando ninguno de mis amigos podía ir. No habían cobrado aún. Estábamos todos quebrados. Me quería morir. Debía ir solo.  El segundo, fue cuando ninguno de mis parientes que vivían en la provincia, podían darme techo. Una frustración bárbara me agarró. Me perdería del recital, pensé.  Al final, me terminé mandando sólo. Mandé a todos y a todo al carajo. Fui de todos modos. No me importó nada. No me lo podía perder. Era un evento único.  Si el concierto se dio sábado y domingo, yo llegué viernes. Me saqué la entrada, acá, en Capital Federal, viajé en micro común y fue. Hice todo por mis medios.  Me llevé una carpita, una mochila, ropita, plata y listo. Era yo. No necesitaba más. Era re yo.   Ni bien llegué a la ciudad, me puse a chusmear. No me pude contener. Pas...

El examen oral.

Imagen
 Otra vez debía una materia. En esta oportunidad, era la de Lengua. No era raro que me la lleve, la verdad. Era bastante flojita en esa asignatura, pero bueh... trataba de ponerle onda, al menos.  La cosa es que, mientras rendía el examen escrito, sentía los ojos del profesor encima mío, recorriendo mis piernas como podía, ya que el maldito pupitre se interponía en esa vista que tanto anhelaba tener.  Como me di cuenta de que lo estaba haciendo, me puse el borde de la lapicera en la boca, y me la pasé por los labios... como si fueran una rica pija larga. Pero, por supuesto, eso no fue lo único.  Además de eso, abrí las piernas para que la pollerita de mi uniforme no le moleste en la vista. Así fue que conoció la tanga negra que me había puesto aquella tarde de exámenes.  El muy pajero no me sacaba los ojos de encima; ni de la entrepierna, ni del escote que, ligeramente, dejaba entrever mis pechos. Era una vista delicada, pero algo se podían notar.  Harta de...

Penetieso Blues (Parte I)

Imagen
 Once de la noche de un sábado. Esa noche era la acordada. Me dirijo a su casa. Fui así nomás, no me empilché demasiado. Unas calcitas con las que Juanchi jamás me había visto y la reme de Pappo que me compré la última vez que salimos.  Toco timbre. Me atiende. "Ahora bajo", dice. Ahí lo vi, bajando los escalones con su shorcito deportivo puesto, en cuero. Hacía calor, claro. Debía estar suelto de ropita. Se acercaba meneando ese muñeco que se le marcaba con el meneo que ejercían sus musculosas piernas. Dios mío. Me babeé todo. Mente en blanco.  Ni bien abrió la puerta, los besos no se hicieron esperar. Ni siquiera un "hola" fuimos capaces de pronunciar. Fue increíble. No pudimos evitarlo. Nuestros labios se unieron como si tuvieran un imán cada uno. Su boca sabía a birra, pero no me importó. Me lo quería comer crudo a ese pendejo hermoso.  Continué mi camino rumbo a su casa, me adelanté en subir las escaleras que nos llevaban a su depto. Al verlo detrás mío hipnoti...

El blues del chupavergas (capítulo II).

Imagen
 La mirada de la gente, nos devolvió a Tierra. Nos percatamos, a pesar del alcohol, que estábamos demasiado expuestos. Así que... aminoramos las hormonas para retirarnos del recinto. Sentimos que ya no éramos tan bienvenidos.  Pensé que rajaríamos de ahí, para irnos a un lugar más privado. Pero no, las intenciones de Juanchi eran las de llevarme a mi casa debido a la borrachera. O sea, no estaba muy en pedo, solo algo alegre. Pero él flasheó lo opuesto porque estaba menos ebrio.  Agarra mi celu, me deja su número y me permite retirarme a mis aposentos. Triste, por no poder hacer nada más que un par de caricias calientes. Una previa bastante precoz que, tan solo atinó a calentar la pava. Nada más. Al menos pude eso, pensé. Es algo.  Pasaban los días nuevamente, y no hablábamos mucho. Llegué a pensar que la había pasado mal. Que no quería volver a saber más nada de mí. Pero no podía estar más equivocado. Sí quería, pero estaba muy ocupado. Aunque, tampoco quería dar el...

Blues del chupavergas (Capítulo I).

Imagen
 Esta historia, tiene sus raíces en mi época de secundario, cuando conocí al pibe más hermoso que vi en la vida. Juan Manuel se llamaba (o se llama, no sé). Estábamos en tercer año y ya era un adonis. Era perfecto por donde lo mire.  Nos hicimos amigos, al toque, pero no perduró mucho. Pasamos a cuarto, solo que él se cambió de escuela. Perdimos la frecuencia con la que nos veíamos. Y digo esto, porque vivíamos a la vuelta, pero no nos cruzamos más.  A pesar de estar tonteando con Lucas por aquellos tiempos, me permití fantasear con un tercero. Es que, cierta tarde (porque íbamos en ese turno), lo vi sin remera, en cuero y me mojé toda la cola. No pude parar de ver ese lomazo.  Nunca había tenido un pibe tan marcado tan de cerca. Era increíble. No me olvidé nunca más esa imagen. Quedó marcada en mí profundamente. A tal punto que, llegué a casa, y le tuve que dedicar algo. Me dejó como loquita, diría el Bananero.  Lastimosamente, para mí, aquello sucedió en el sa...