Entradas

Mostrando entradas de mayo, 2023

A la puta calle.

Imagen
 Una madrugada que tenía ganas de que me la pongan toda, salgo de mi casa hecha una trola. Me ato el pelo con dos colitas, anteojitos, una camiseta rosita que me llegaba hasta la cola y una bombachita, medias hasta las rodillas y una mochilita de "hello, Kitty" del mismo color. Bien de putita me vestí.  De pronto, en la esquina de una cuadra bastante oscura, apoyo las manos en la pared, me inclino dándole la espalda a la calle mostrando la entrada de mi culito goloso al público que se atreviese a pasar por allí, a esa hora. Estaba bien dispuesta a que se vea absolutamente todo lo que portaba.  Después de un ratito esperando, cae un auto azul que toca bocina. Me doy vuelta. Saludo al conductor. Me acerco a su vehículo. Me inclino descansando mi brazo sobre su ventana. Resulta que era un hombre mayor, casado, de unos cincuenta y tantos buscando quién le extraiga una muestra de esperma.   - "Uff... hola, bebota, ¿cómo estás, aparte de culona y tetona? -comienza dic...

Un rapidito.

Imagen
 Recuerdo cuando trabajaba de repositora en un minimercado de mi barrio vecino. Por suerte era lo suficientemente joven como para llegar caminando hasta allá después de la escuela.  En ese laburo, me acuerdo que tenía un compañero que se la pasaba fichándome el ojete o nos pasábamos también a decirnos cosas mutuamente. Eran realmente hermosos esos momentos.  Al principio, creí que era una simple joda. Pero, conforme transcurría el tiempo y más nos conocíamos, más subía el atrevimiento. Era como que apostábamos cada vez más a ese hermoso caballo.  Aclaro, no era nada especial, ni sexy el uniforme, solo era un joggin que, si bien me quedaba ajustadísimo en la parte de la cola, no era la gran cosa. Pero bueno, el chabón era re jeropa. Yo también, claro.  ¿Debo aclarar que no me disgustaban para nada sus piropos? ¿Es necesario? Yo creo que no. Todo lo contrario, me ponía colorada cada vez que me decía algo. Es más, en ciertas ocasiones, le paraba la colita para que ...

El pungarcha.

Imagen
 Me subo al subte. Estaba hasta la pija. Me paro cerca de una ventana para poder chusmear el exterior. Saco el celu para distraerme un toque. Scrolleo en varias redes sociales. Me aburro, no hay caso. Lo guardo en mi bolsillo trasero del jean más ajustado que encontré. Me quedo parado hasta mi estación.  En una de las tantas paradas, se sube un salame. Estaba dispuesto a cagarle el día a alguien, pero como era principiante, mucho no pudo hacer. Se empieza a mover para encontrar su víctima en algún lado. Le cuesta, hasta que me encuentra. Solo. Colgado. Inclinado, espiando por las ventanas. Se me acerca. Intenta sacar mi pertenencia tecnológica.  Yo, siento un pequeño tironcito en el bolsillo de la cola. En efecto, era mi teléfono. Hijo de puta, pensé, me quiere chorear. Pero, en lugar de detenerlo o llamar a alguien para que lo lleve preso, me puse a menearle la cola cada vez más cerca suyo. Claro, como me agachaba, se le alejaba el objetivo deseado de los dedos. Entonces...

Los ortochorros.

Imagen
 Barrio de Flores. Siete de la tarde. Volvía a mi casa. No era de laburar, probablemente, me había ido a lo de alguien. No lo recuerdo bien. Otra vez con mi precioso morralcito hippie. Nadie me lo iba a sacar. Bueno, al menos sí, lo iban a intentar. Eso sí. Pero jamás lo lograrían. Por lo menos no hasta el día en que escribo esto.  Me meto en una calle solitaria (grave error), solamente porque estaba cansada y quería tomarme el bondi. Sino, habría seguido por la avenida, donde aún transitaba mucha gente. Pero bueh... la maldita vejez. Ya no tengo mis putos veinte años, ¿quién me los robó, maldita sea? Los quiero devuelta.  En eso que llego a la parada, me siento a esperarlo. Pasa un rato, no pasa nadie. Me paro a ver si lo veía venir, al menos. Nada. Me quedo un rato cerca del cordón, colgado. Mirando un charco que cruza la vereda. Alto boludo. Segundo gran error. Debía mantenerme atento a los que van y vienen, mas me tilde. Alto gil.  En eso, siento un motor acercán...

El chorro de leche.

Imagen
 De regreso a casa, una madrugada fiestera, me decido volver por una calle oscura, poco transitada. La peor idea y, a la vez, la mejor que se me pudo haber ocurrido, por los siguientes motivos.  A unas pocas cuadras que anduve, yo sentía unos pasos que se acercaban a mí. Sentí que me llamaba una voz. Tuve una mala espina al respecto, así que... traté de acelerar el paso, lo más que pude, con carpa.  Fueron en vano mis intentos, ya que, la susodicha persona, era de piernas más largas que yo. Debido a esto, siento una mano sobre mi brazo y la misma voz que me susurró: "entregame la guita o el orto".  Quedé sorprendido por la segunda opción, así que... le pedí amablemente que me repitiera el pedido. Medio que se enojó. "¿Sos sordo o pelotudo vos? Entregame la guita o el orto", repitió algo enfurecido.  Yo, sabiendo que me costó muchísimo cobrar la plata que tenía (que tampoco era mucha, por cierto), sin dudarlo, me bajé los pantalones. Es que me rompí el culo para ...