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Mostrando entradas de agosto, 2022

El hincha bichos (parte 3).

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 Como les comenté en la anterior entrega, quedé reflexionando bastante sobre mi comportamiento con Matu. Que debería cambiar, o debería dejar de histeriquearle, entregándole el rosquete. Cuando llegué a casa, aquel domingo, me llega un SMS suyo preguntándome si había llegado bien. Le contesto que sí y que me perdone por mis actitudes, que no van a volver a pasar. Que lo quería mucho, me parece un amigo fantástico. Sí, mi decisión fue la de que seamos amigos. Nos conectamos al MSN a charlarlo mas comodamente, y llegamos a esa misma conclusión: que encaremos la relación así. La cagada era que me encantaba demasiado pasarla con él. Me hacía reír mucho, me hacía enojar mucho y era mutua la cosa. Al aceptarla, también acordamos en seguirnos frecuentando, pero sin la presión de pretender algo mas.  Una de esas veces que nos vimos, fue cuando me invitó a tomar helado. Te comento cómo pasó, estimado lector: comenzó una mañana, cuando yo estaba en el laburo y recibo un mensajito suyo. ...

El hincha bichos (parte 2).

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 Como la cita doble anterior fue todo un éxito, decidimos organizar otra. Solo que, esta vez, en vez de en un bar de rock, fue en un boliche. Matu decidió esto, y con tal de verlo, acepté.  El lugar era uno horrible que ni recuerdo el nombre, pero, al menos, era barato. Nos juntamos en la parada del bondi. Obviamente, no paramos de decirnos cosas con doble sentido, con respecto a eso. Me contó que tenía el auto en el taller, por eso nos teníamos que ir con esa mierda. El colectivo llegó tardísimo y hasta el orto. Nos pusimos a un costado de la puerta. Pasó primera Naty. Luego, Lea, yo y, obviamente, él iba a subir por atrás mío. Le puse todo el culo en la cara. Viajamos bien pegados, abotonados. Cerca de nuestra parada, pudimos sentarnos. Me hizo el chiste de sentarme en su pierna, lo obedecí.  Al fin llegamos a nuestro destino. Descendimos por la parte trasera. Pagamos entrada en el antro al que Mati tuvo la brillante idea de ir y nos metimos. Bailamos toda la noche bien...

El hincha bichos (parte 1)

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  Quiero develarles el nombre de mi amigo, en esta historia : se llama Leandro. En esta oportunidad, el pibe viene a mi casa, ya que estaba sólo y le pedí que viniera a tomar algo. Me habla sobre una chica que había conocido. Que quería conocerla en persona, pero que no se animaba a ir sólo. Asumí que eso jamás pasaría, que, quizás, era medio vueltera. Por lo que acepté la invitación. Para mi sorpresa, la cita sí tuvo lugar. Me puse lo mas presentable posible, total, no era mi cita, pero no quería que Lea quede mal. Mi amigo llega a casa a pasarme a buscar y nos vamos a la esquina acordada con la chica. De lejos, él nota que no estaba sóla. Eso nos alarma. Explicación: como Natalia (la chica citada), sabía que no vendría sólo y que era de la comunidad, lleva un amigo suyo para que no me aburra. Un gesto maravilloso, lástima que no me avisó para empilcharme acorde a la situación. Tampoco estaba tan mal, eh? Un Jean y una remera, ¿qué esperaba, un vestido largo? Dejame de joder. Era ...

Hinchada de leche.

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Cierta tarde, apostamos algo con un amigo cuervo . Perdí. Esta misma, constaba en ir al Amalfitani con la de San Lorenzo y estar con la tribuna visitante en ese mismo encuentro. Un pijazo mal. Pero de los que no me gustan para nada (sí, existen).  Llega esa tarde. Era sábado. Una bronca no poder ir con los hinchas de mi club, pero bueh... a cumplir la promesa. Compramos las entradas, entramos y ahí estábamos, del lado de la Popular visitante, escuchando cancioncitas en contra del fortín. Tremendo odio me agarró. Entre mi frustración y que me sentía incómodo por no poder festejar los goles, un grupo de personas terminan empujándome.  Me doy vuelta para putear, y, subido al paravalanchas, veo al único "cuerBo" hermoso que vi en la vida: alto, grandote como un placard (maso), tatuajes, barba prominente, una pancita birrera y unas mas que interesantes piernas peludas. De ropa, buah... mejor ni hablemos, estaba todo cubierto por un conjunto del cuadro al cual alentaba, claramente....

Las basketbolistas se divierten.

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 Hace un tiempo, con una amiga tan pasiva como yo, asistíamos a un club deportivo. La idea era distraernos un poco y hacer un poco de ejercicio, pero también la de conocer chicos.  Un día, entre todos los que asistimos al lugar, nos pusimos a caminar/trotar, alrededor de la canchita de basket. En ella, había un grupo de chicos jugando que, cada tanto, nos echaban el ojo. Y claro, ¿cómo no nos iban a mirar? Si teníamos unos shorts que parecían que nuestros culos, se los estaban comiendo. A esas prendas, les decíamos Puti-shorts.  En fin, ellos eran 5 chicos BIEN morochos. El mas petiso, medía 1,80 (5 cms mas que yo). El más angosto, era un placard. Le dije a Eli, mi pasi-amiga, que los vea. Todos, tremendamente bellos. En un momento, se nos acercan para decirnos que les faltaba un jugador, así que... me preguntan si me uniría.  Acepto el desafío, pero con la condición de que seamos nosotras dos contra todos ellos. Se miran como extrañados, no entienden nada. Quizás pe...

Agachate y conocelo.

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Hubo un tiempo en el que salí con Marcelo, el hermano mayor de una amiga mía. Obviamente, sin el conocimiento ni de ella, ni de su mujer, ni de su beba. Todo empezó, cierta vez, en la que me quedé a dormir en la casa de Tatiana (la hermana del susodicho) tras una bonita joda. Él ya no vivía ahí, sino, con su mujer. Pero como se habían peleado, se fue a la casa de mi amiga (que eran de los padres) a descansar un toque. Yo me había acostado en un colchón, en el living. Me había puesto un pijama que dejaba poco a la imaginación. Cuando llegó donde yo estaba, según me contó tiempo después, se le había puesto re dura. Casi como una roca. Me contó que se puso a tocarse con la ropa puesta a mis pies. Estaba re alzado. Como yo no tenía ropa interior y estaba boca abajo, se me asomaba un cachete. Se calentó mal. Intentó no molestar, pero me acuerdo que, por acción de un ruido causado por el mismo "lecho" donde yo estaba, me terminó despertando. Ni bien abrí los ojos, pude verlo tenuem...

El papá de mi mejor amigo (segunda parte).

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 Salgo de la pileta, tras haberla limpiado y tragarme todos sus renacuajos. Acostate, bebé, que me tapás el sol, me dice. Yo, como obedeciéndolo, me desplomo sobre un toallón que había en la reposera contigua a la suya. Empapadísimo, quedo boca abajo.  Después de una buena charlita para convencerme de que no vaya al cole, por encima de la medianera (debido a su perspectiva), mi chongo nuevo advierte que un hombre se asomaba por la ventana izquierda del duplex vecino. Nos miraba atentamente. Parecía absorto por lo que pasaba. Me pone una mano en la nalga, no sé si de tóxico que es, o porque quería arrancar de nuevo, pero lo hace. Su dedo recorre todo el cutis que cubre mis glúteos, de arriba a abajo hasta llegar a la espalda. Me hace cosquillas con el mismo, pero de las eróticas. Como si quisiera arrancar motores. Y así fue. Su pene se empieza a hinchar (lo sé, porque no paré de mirársela mientras dialogábamos, era hermosa hasta dormida). Lo morboseaba que nos miraran...

El papá de mi mejor amigo (primera parte).

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 Como bien adelanta el título, hoy, contaré de la vez que me comí al papá de mi amigo. El pibe nunca se enteró igual, por suerte.  Todo transcurrió mientras hacía un curso de APM (para los que no saben, APM es ser visitador médico). A mi compa lo conocí cursando. Como pegamos onda, íbamos a su casa a estudiar o a repasar lo ya sabido. Por ese mismo motivo, conocí a su papá. Ellos vivían juntos. Era separado. Y, además, vivían cerca de la facu. Yo, a cuarenta minutos. A un bondi de distancia. Su viejo, era un cincuentón canoso hermoso. Grandote. Unas manos enormes que me volvían loco. Piernotas igual de gigantes. Para ser sincero, me aprovechaba bastante de la amistad con este pibe, para verlo. Para estar cerca suyo. Para charlar. Estuve todo un año intentando coquetearle. El curso duraba un año y medio, por lo que no debía tardar mucho. Medio que ya me estaba resignando. Hasta que un día... Un día, llego a su hermosa casa, me atiende este papucho por un portero. Mi corazón lat...

Jim Cogison.

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 Fue una de las tantas veces que pasábamos con unos amigos la noche y la madrugada, en un boliche de Rock llamado Mvseo Rock (valga la redundancia), localizado en el barrio porteño de Liniers. Todo transcurría lo más normal, hasta que un pibe con la remera de Jim Morrison (cantante de The Doors), empieza a gritarle a otro pibe. No entendíamos nada con el grupo con el que había ido. Los separan y todo sigue igual. A las horas (o minutos), me lo cruzo, al muchacho de la remera de Jim, en el baño. Le pregunto por lo sucedido, porque ya habíamos pegado buena onda anteriormente, y me comenta que uno que estaba borracho le había tocado el culo.  Mi respuesta fue una risa suave, como aligerando el tema, le comento que me lo habían tocado banda de veces ahí. Es re normal eso. Tomalo como un halago. Me contesta con una negativa, diciéndome que capaz a mí me gusta, a él no. No es de ese palo. No lo había visto de esa forma. Claramente, tenía razón. Bueno, pero calmate, no es para que lo...

El famoso choripete.

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Nos encontramos en mi casa, tenía que dirigirme a la Costanera (la parte de CABA). Paro un tacho y le pido que me lleve. Prepara el relojito para la cobranza y nos vamos. Después de un rato manejando, cuando estábamos cerca del lugar, noto que la tarifa sobrepasa la cantidad de plata que llevo. Como tanta diferencia no era, le pido que me baje ahí.  El chofer me dice "no, pibe, es horrible esta zona. Como mínimo, te rompen el orto por acá". Mi cara de chinwenwencha me delata siempre. A lo que el tachero me dice "te acerco, si igual no es lejos". Una penita, por que no me importaría que me hagan la colita un ratito, pensé. Estoy con tiempo todavía. Llegamos, le agradezco mil veces nuevamente la buena onda. Le digo en chiste que, en agradecimiento y para abonarle lo que le debo, le haría un petardo. Me mira con cara de "noooo, pibe, mil años que no me manosean el prepucio". Ok.  Dobla por una calle oscura que había ahí nomás. Apaga el auto, nos quedamos mira...

Baño para dos.

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Hoy, les vengo a contar de la vez que tuve relaciones casuales con un loco (creo que es de las pocas veces que cogí con desconocidos). Corría el año 2017 (o 2018, no recuerdo bien), era el cumple de una amiga. Lo festejaba en una sociedad de fomento, tipo boliche. Yo estaba con un buzo, una remera y debajo un pantalón bage (o beish, no sé cómo se escribe), con bolsillos al costado de las rodillas. Me encantaba ese pantalón, pero el tema es que ya me quedaba demasiado ajustado... no sé si porque me engordó la cola, la cintura, o se achicó el pantalón. La cosa es que me marcaba bastante atrás. Pero como era mi lompa favorito, no podía no ponérmelo. Después de tantas birras e histeriqueos con Leandro (el muchacho de  este  relato), nos pusimos a bailar y él no paraba de tocarme, ni de apoyarme. Fue hermoso. Estaba en mi salsa. Lo que no me gustaba es que tenía novia. Yo, para ese entonces, ya había experimentado bastante con casados, y no me gusta adaptarme a horarios ajenos, ni ...