Cara de culo.
Una vuelta, me fui a Córdoba con la muchachada del laburo en el auto de Tony, el pibe que me gustaba. Obvio que él estaba incluido a acompañarnos a despegar la mente. Como partimos de noche y llegamos de día, nos fuimos a dormir una rápida siesta de dos horitas. Ni bien me desperté, la historia se desarrolló de la siguiente forma. Yo me salí de mi cama, tal y como me acosté: con un buzo largo y en tanga. Claro, flashé que estaba en mi casa, o no sé. La cosa es que, como estaba medio en cualquiera, me importó nada. Salgo de la habitación que me tocó con Tony. Ahí me espera un largo pasillo que, al final del mismo, me conduce a un hermoso comedor donde se encontraba mi enamorado de hoy. Como él estaba en babia leyendo el diario, me meto rápidamente a la cocina a prepararme una tacita de café. Salgo de allí, y, ahora sí, encaro directamente donde estaba mi Romeo Montesco. Bueno, en fin, ni bola. No levanta la mirada, ni nada. Solo me habla de ese modo, c...