El regalo prometido.
Para el cumpleaños de su novio Juanma, Eli, le hizo un regalo muy especial. Como no había experimentado jamás un trío, me llamó a mí para que participara. Claro, como ya nos teníamos estima y confianza, privilegió eso por sobre cualquier injunable. El fogoso encuentro se dio, entre las apartadas cuatro paredes del departamento de Juan, a un par de cuadras de distancia del mío, por lo que no era un problema la vestimenta. Sobre todo, porque todo sucedería en una noche más que oscura. Antes de que entrara al hermoso comedor que tenían, Juano tuvo que cerrar los ojos. Fue ayudado por mi amiga, obvio, por temor a que hiciera trampa y frustrara su regalito, develándolo mucho antes del tiempo acordado por nosotras. Mi sorpresiva llegada lo confundió, ya que esperaba que la cena con la que sería agasajado, sería entre ellos a solas. Pero no, a cambio de eso, llegué yo, con un vestido negro bastante provocativo y que llegaría, con mucho esfuerzo, a taparme un poco la col...