Shoppinga.
Llego al shopping en mi auto. Me bajo. Lo dejo en el estacionamiento. Casi al unísono, de otro auto, se baja un hombre mayor, como de unos 50 años, podría decir. A pesar de eso, se lo veía bastante bien. Hasta diría que no aparentaba de esa edad. Parecía tener muchísimos años menos. Nuestros caminos se entrelazan rápidamente. Tanto así, que debo pasar por delante suyo en cierto momento. Eso hace que nuestras miradas también tengan que cruzarse y unas sonrisas, más que amistosas, se dibujasen en nuestros solitarios rostros. Eso fue muy lindo. De pronto, una de sus manitos, en son de saludo, se levantó apuntando hacia mí. Le respondí de la misma forma, con la misma amabilidad. Pronunció un leve elogio sobre cómo me quedaba la pollerita. Le agradecí por sus tiernas palabras. Respondió con un "de nada". En devolución de este halago, me di vuelta para que pueda contemplar mejor, con mayor comodidad, qué tan corta me quedaba la mini pollerita blanca que tenía puesta. Se podr...